Antes llegabas tarde…

Antes llegabas tarde

Si eres de las personas que lucha contra algún defecto o alguna mala costumbre, es posible que algunas veces avances y en otras retrocedas. Un ejemplo que a todos nos cuesta es la puntualidad. Bueno, no estás solo.

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Y es que en estos momentos, existe una gran preocupación sobre la posibilidad de encontrar la vacuna o la cura para el COVID. Lo más seguro es que eso vaya a pasar tarde o temprano durante los siguientes meses. Todos debemos protegernos, mantener el distanciamiento, usar máscara, el alcohol, etc. Muy posiblemente la cura venga gracias al trabajo en conjunto de científicos, empresas farmacéuticas, gobiernos y la sociedad en general.

 

Sin embargo, existen otros tipos de “virus”, mucho más arraigados en nosotros, que quizás tengamos desde hace mucho tiempo. Son virus silenciosos, que a veces pasan ocultos y con el tiempo nos pueden hacer mucho daño y también a las personas cercanas. Esos virus son nuestros defectos, nuestros vicios, o, dicho de otra manera, nuestras malas costumbres.   Se pueden llamar con distintos nombres. Yo tengo muchos, como lo saben los que conviven conmigo.

 

Algunos luchamos contra la pereza, o quizás contra el orgullo. En otros, está muy arraigado la queja constante o el afán de criticar destructivamente. También podemos mencionar la falta de constancia en el trabajo o en los propósitos, la mentira aún en cosas pequeñas o quizás el resentimiento con los demás por cualquier cosa. Hay otros males bastante propagados en la población, como la doble moral, la vanidad excesiva o el egoísmo. Algunos son muy evidentes, pero hay otros más difíciles de percibir como la envidia. La lista es interminable.


Estos vicios no perdonan ni edad, ni sexo, ni cultura, ni creencia religiosa, ni nivel social, o profesional. Los tenemos todos en mayor o menor medida. Pero como los seres humanos somos libres, podemos tomar la decisión de no pactar con estos defectos.

 

Una de las cosas que nos diferencia de los demás seres vivos es precisamente que tenemos la libertad de decidir y la voluntad para cambiar. Claramente esto no es fácil, pero quizás este pequeño plan te pueda servir.

 

  • Primero, ser conscientes que debemos mejora y escoger un defecto o vicio.
  • Segundo, anotar en un libro o agenda, de qué manera el superar este defecto me puede ayudar mi vida y a los demás a mi alrededor.
  • Tercero, escribir acciones muy concretas que en el día a día me puedan servir para superarlo.
  • Cuarto, establecer un plazo razonable para ejecutar estas acciones.
  • Quinto, medir el avance y plantear ajustes de ser necesario.


Pongamos un ejemplo, digamos que mi lucha es contra la impuntualidad. Antes de iniciar podemos darle un giro a la lucha y proponernos en avanzar en la puntualidad, osea plantearnos en el objetivo “en positivo”. Primero debemos reconocer que constantemente llegamos tarde a nuestras citas. El hacer esperar a los demás es una falta de respeto, de cortesía. Las tardanzas en las reuniones de trabajo generalmente afectan la eficiencia del equipo. Y finalmente la impuntualidad me hace menos productivo.

 

Un plan de acción podría ser poner la alarma de mi calendario en el teléfono 15 minutos antes de cada cita (o el tiempo que sea necesario para llegar a tiempo). Nos podemos proponer un plazo de 3 semanas para hacer el plan y luego evaluar el avance.   Si no hemos avanzado lo suficiente, volvemos al paso tres y readecuamos las acciones. Si logramos mejorar es este plazo posiblemente ya vayamos adquiriendo el hábito de la puntualidad y eso merece un festejo o recompensa.

 

Sé que todo esto suena más sencillo de lo que es en la vida real. Posiblemente si tenemos un vicio desde hace 40 años, no va a ser fácil el erradicarlo. Pero lo cierto, es que cada día podemos hacer el mejor intento. Y es que la vida del hombre es eso luchar, muchas veces   contra uno mismo.

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Querida y querido lector, tengamos la valentía de cambiar nuestras vidas poco a poco. Cada vez que logramos avanzar en una virtud, arrastramos hacia delante las demás, ya que están interconectadas. Por ejemplo, si somos puntuales posiblemente vamos a ser mejores trabajadores, podemos dedicar más y mejor tiempo a la familia, al deporte o a las cosas que son importantes.

 

Sobre todo, el superar un defecto nos dará un premio posiblemente mayor: ¡la certeza de que podemos! Podremos decir: “antes llegaba tarde”, o “ahora aprovecho mejor el tiempo” o “finalmente logré aprender aquello que siempre quise”, etc. Nuestras vidas no están predeterminadas por lo que hemos vivido. No nos demos por vencido si en el pasado hemos intentado superar algo y aún no lo logramos. Solamente tenemos dos caminos, o nos damos por vencido o intentamos de nuevo hasta que lo logremos. La clave está en luchar solo por hoy, que realmente es lo único que tenemos.

 

Aprovechemos este tiempo de cuarentena para sacar lo mejor de cada uno de nosotros. Salgamos de nuestra zona de confort, superemos la mediocridad, generamos los cambios que siempre hemos querido. Tenemos una oportunidad inédita de hacer un alto en el camino y dar un paso que cambie nuestras vidas. Te invito a luchar contra ese otro “virus”.

 

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